Por: Angélica Ruiz
Entre catrinas y guerreros mexicas arrancó el llamado Desfile de las Calaveras, que congregó a 64 contingentes poblanos y de otros estados invitados; la mayoría conformados por marching bands de estudiantes.
Con un aura perteneciente “al otro mundo”, los jóvenes lucieron las vestimentas representativas de sus respectivas entidades, como Tlaxcala, Hidalgo, Morelos, Estado de México, Tamaulipas y Veracruz. Este último resaltó por sus blancos vestidos propios del son jarocho.
San Andrés y San Pedro Cholula, Atlixco, Acajete, Amozoc, Cuatlancingo, Tepeaca y Tehuacán se dieron cita en el desfile. Algunos con motivos prehispánicos, arrancaron la marcha desde el Bulevar 5 de Mayo y la 43 Oriente, trayecto que concluyó en la Calle 20 Oriente, a la altura de la Cruz Roja.
Largas filas espectadores, sobre todo de familias, les hicieron guardia de honor a quienes, maquillados y con evidente emoción en los rostros, no dejaron de aplaudir y bailar al son de las decenas de instrumentos de viento que eran ejecutados.
Los 64 contingentes se dividieron en 11 segmentos, que representaban lo originario/prehispánico; los ritos funerarios del 28 de octubre (accidentados), el 30 de octubre (ánimas), el 1 de noviembre (infantes) y 2 de noviembre (todos los santos), así como los altares y las ofrendas, la flor de cempasúchil, las leyendas mexicanas —como La Llorona—, el grabador José Guadalupe Posada y los alebrijes.