Analizan en la Ibero Puebla el documental La Vocera
“El progreso, el desarrollo, ¿para quién?”, cuestiona una voz en off vestida con imágenes del campo de Jalisco. Pronto se descubre que quien habla es María de Jesús Patricio Martínez, médica natural nahua que en 2016 fue elegida por el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZNL) como representante del Consejo Indígena de Gobierno.
La vocera (Luciana Kaplan, 2020), documental proyectado y comentado en la IBERO Puebla, sigue a Marichuy en una misión inédita: llegar a la boleta de la elección presidencial de México de 2018 en condición de candidata independiente. “Vamos a caminar al estilo de los pueblos indígenas: con el apoyo de las comunidades”, afirma en una asamblea. Para hacerlo, la candidata debe recaudar más de 886,000 firmas en un lapso de 20 días.
El proceso se torna complejo. La candidata se enfrenta a dificultades técnicas para registrar simpatizantes en dispositivos electrónicos. Además, tanto ella como su movimiento son víctimas de estigmatización mediática y de la opinión pública. “La idea de que fuera una mujer fue para hacernos fuertes [a todas]”, proclama la protagonista del largometraje.
Al relato de Marichuy se unen diferentes voces que justifican la urgencia de la representatividad indígena en los puestos de poder. Así, la audiencia conoce las historias de defensores de la naturaleza, presos políticos, campesinos despojados de sus tierras y víctimas de violaciones a los derechos humanos.
Luego de un proceso de registro plagado de firmas apócrifas, solo tres candidaturas independientes fueron aprobadas. Marichuy, con 281,945 testigos, quedó fuera del proceso electoral. Aun así, al interior de las comunidades evaluó el proceso como un hito para una lucha permanente. “Nuestra respuesta será la resistencia organizada y la rebeldía para sanar al país”, expresaron las concejalas. La candidata resume: “No podemos quedarnos callados”.
Contexto poblano
Las comunidades de Puebla libran sus propios procesos de resistencia. Rebeca Altamirano Valdez, integrante del Consejo Regional Totonaco, relató cómo la Sierra Norte de Puebla se enfrenta a lo que denominan “proyectos de muerte”, como las hidroeléctricas y una sucursal de Walmart en San Felipe Tepatlán. “Nuestra lucha es por la vida”, sostuvo frente al público de la Casa de Estudios tras la proyección del documental.
Los abusos se manifiestan en forma de engaños provocados por las brechas lingüísticas y el desconocimiento de los procesos de extracción. “Nos dicen que somos ignorantes porque no queremos dinero”, explicó Reynaldo Muñoz Francisco, quien fue prisionero político durante un mes por oponerse a las obras de la hidroeléctrica.
Una de las luchas más visibles en el contexto poblano es aquella en contra de la extracción de agua y la contaminación de los mantos acuíferos. “No estamos de acuerdo con que, en nuestra región, como pueblos cholultecas, tengamos el problema con la empresa Bonafont”, denunció una integrante del movimiento Pueblos Unidos. La intervención industrial ha impactado la agricultura y el consumo de agua potable en las comunidades.
“No pensamos en dividir. Queremos dar a conocer la propuesta, […] difundir la situación de nuestros pueblos. Cómo se retoma lo comunal”: María Jesús Patricio en La Vocera.
El 22 de marzo de 2022, pobladores nahuas de comunidades vecinas de Juan C. Bonilla tomaron la planta de Bonafont como un acto de protesta y reivindicación del derecho a la autodeterminación. El espacio se transformó en un centro comunitario con escuelas, talleres de plantas medicinales, una cooperativa de ganadería y espacios de comunicación libres.
A casi un año del acto, el 15 de febrero de 2022, más de 300 elementos de seguridad pública expulsaron a los pobladores de la planta. Los conflictos al interior de las comunidades derivados del operativo refrendaron la importancia de la comunicación a través de las asambleas.
Otro vocero de Pueblos Unidos recalcó la diferencia sustancial en la concepción de los recursos naturales. Mientras que los pueblos originarios reconocen la hermandad con todo lo vivo, las grandes empresas los observan como elementos de capital. “No van a poder callar nunca la sabiduría ancestral, que es la que nos hace levantarnos y reconocernos”.
Las comunidades han encontrado la fortaleza en la réplica de los modos de vida ancestrales, en los que cada integrante es reconocido e incorporado a los intereses comunes. Reynaldo Muñoz admitió que, si bien las circunstancias de gran calado unen a las mayorías, los conflictos del día a día pueden requerir resoluciones más complejas. Sin embargo, subrayó: “Es la lucha por la vida, pero no por la mía, sino por todos”.